sábado, 31 de octubre de 2009

2. El aprendizaje de los gestos españoles para el teatro: un ejercicio



Siguiendo la introducción que ayer (30 de octubre) publiqué sobre este tema, a continuación propongo un ejercicio para ejercitar el lenguaje gestual español a través de un diálogo teatral, que es de lo que se trata. Para empezar, tomaremos como base el juego de dibujos con gestos españoles que está publicado, a modo de apéndice, en el siguiente artículo:


UEDA, Hiroto (1998): "Semántica de los gestos españoles", en Lingüística Hispánica, 20.


Por supuesto, este juego no es "la biblia", así que vale cualquier corpus gráfico de gestos que tengáis a mano, sea en dibujo o en fotografía, da igual si lo habéis sacado de una publicación o lo habéis diseñado vosotros mismos.







A continuación, y por parejas, los alumnos tratarán de leer el texto teatral que ofrezco a continuación (una vez más, podéis sustituir este por cualquier otro texto que permita realizar con éxito la actividad), utilizando los gestos de las tablas de arriba para acompañar las palabras o expresiones del texto escritas en rojo.

Se ha de advertir que no todos los gestos de la colección deberán ser utilizados durante la representación, aunque otros podrán aparecer en el diálogo en más de una ocasión.

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MAYONESA RANCIA, GATO DORMIDO

(No sé si los admiradores de Haruki Murakami sabrán perdonar la osadía, pero de algún modo tenía que titularlo)



[“A” y “B” entran en la casa de “B”. Encienden la luz y se encuentran con un gato que duerme plácidamente en el salón]

A: ¡Coño, un gato! ¿Es tuyo?

B: ¿Mío? ¡No, qué va!

A: ¿Y qué pinta aquí?

B: Pues no lo sé, la verdad. Se habrá colado por la ventana. Es la primera vez que lo veo.

A: Yo tuve uno muy parecido a este, pero de eso hace ya años. Bueno, dejemos al gato y vayamos a lo nuestro.

B: Sí, mejor será. Siéntate aquí si quieres.

A: Ah, vale, muchas gracias. ["A" se sienta, el gato se despierta de súbito y sale corriendo, asustado] ¡Anda, mira, ahora el gato se va!

B: Pues nada, que se vaya a donde le dé la gana. Así no nos entretendrá. [entra en la cocina] ¿Te pongo algo de beber?

A: Vale. ¿Qué tienes?

["B" abre la nevera y mira en su interior. Sorprendido porque no hay apenas nada, se echa las manos a la cabeza]

B: Bueno… Tan sólo te puedo ofrecer un tarro de mayonesa. Gran reserva, eso sí. Lleva aquí desde que yo era así de pequeño. Dan fe de su intemporal solera su marmórea densidad y sus nobles matices tonales ocres... ¿Te hace?

A: ¡Qué barbaridad, no me merezco semejantes lujos y sibaritismos! Pensarás que no sé hacer aprecio de las cosas buenas de la vida, pero, ¿agua del grifo no tendrás, por un casual?

B: Sí. Y la tengo de dos denominaciones de origen: fría y caliente.

A: Vale, pues ponme una mixta. Un poquitín nada más, no vaya a ser que se me suba a la cabeza. Y ya, de paso, me pones unas tiritas de jamón ibérico.

B: ¿Qué jamón?

A: ¡Sí, tú disimula! ¡Pues de ese jamón que tienes ahí colgado, en la cocina! ¡Que lo he visto!

B: ¡Qué morro tienes, tía! Además, eso no es jamón, sino cecina.

A: ¡Huy, mejor que mejor! ¡Me voy a poner morada!

B: Lo que te vas a poner es como una vaca.


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